Dos españoles entre los mayores asesinos en serie del mundo
Por Luis Miguel Sánchez Tostado, Criminólogo
En ocasiones quedamos horrorizados cuando conocemos los detalles sobre crueles matanzas realizadas por una sola persona. Nuestra sorpresa aumenta cuando nos dicen que el asesino era un pacífico lugareño muy querido en su ciudad. En algunos casos los crímenes múltiples dejan un escalofriante balance de víctimas. ¿Qué pasa por la cabeza de estos asesinos en serie? ¿Cómo pueden desaparecer en un instante todos los sentimientos humanos y generarse, en segundos, una conducta depredadora?
En primer lugar hay que distinguir entre el crimen múltiple y asesinos en serie. Un crimen puede ser múltiple y no ser un asesinato en serie, esto es, una única agresión puede morir gran número de personas, por lo que se considera un crimen múltiple, en cambio una puede acabar con la vida de varias o muchas personas de forma sistemática durante meses o años, por lo que se considera un asesino en serie. Entre estos últimos, tal vez el más famoso sea Jack el Destripador, que asesinó a 5 prostitutas en Londres en 1888. Nunca se dio con él y creo una verdadera psicosis en la ciudad del Támesis. Otro asesino en serie muy famoso fue Henrí Landrú, distinguido ciudadano francés que asesinó a 10 mujeres y a 1 hijo de ellas y que terminaría ejecutado en Versalles en 1922. Su técnica era sibilina, porque enamoraba a sus víctimas, luego las asesinaba y se quedaba con su fortuna. Tenía una inclinación por la estafa y su padre se suicidó avergonzado de sus primeras detenciones. Landrú observó que las viudas de los soldados franceses en la primera guerra mundial ponían esquelas matrimoniales en los periódicos para encontrar marido. Él mismo puso un anuncio en 1914 y recibió un gran número de cartas de candidatas y se permitió seleccionar a las que tenían mayor fortuna. Utilizaba su poder de seducción para convencerlas de que les entregase sus ahorros y luego las liquidaba, las descuartizaba y calcinaba sus restos en la cocina de la famosa villa Ermitage (la Ermita) que alquiló para fingir una holgada posición económica. Esta terrible escena se encuentra representada en el museo de cera de Madrid.
El ranking de los mayores criminales
Landrú y sobre todo Jack el Destripador tuvieron gran poder mediático en Europa, sin embargo sus crímenes quedaron empequeñecidos por otros asesinos que pasaron desapercibidos pese a su mayor capacidad criminal. Veamos este un ranking con los mayores criminales en serie del mundo:
Nombre | País | Nº de asesinatos |
Thug Behram | India | 931 personas |
Pedro Alonso López | Colombia | Más de 300 personas (casi todas niñas) |
Harolf Shipman | Inglaterra | 238 personas |
Henry Lee Lucas y Otis Toole | Estados Unidos | Más de 200 personas |
H.H. Holmes (Herman Webster Mudgett) | Estados Unidos | Más de 200 personas |
Gilles de Rais | Francia | Más de 140 personas |
Luis Eduardo Gavarito | Colombia | 140 personas |
Jack Kevorkian | Estados Unidos | 130 personas |
Hu Wanlin | China | Más de 100 personas |
Pee Wee Gaskins | Estados Unidos | Más de 100 personas |
Delfina de Jesús Gonzáles y María de Jesús Gonzáles | México | 91 personas |
Bruno Ludke | Alemania | 80 personas |
Michael Swango | Estados Unidos | 60 personas |
Andrei Chikatilo | Unión Soviética | 52 personas |
Anatoly Onoprienko | Ucrania | 52 personas |
Manuel Delgado (“Arropiero”) | España | Más de 48 personas |
Ahmad Suradji | Indonesia | 42 personas |
El record lo ostenta el indio Thug Behram, líder de la secta thugs (o thuggee), conocida por su violencia desde la Edad Media a los que se les llamaba Los Estranguladores, grupos mafiosos indios que actuaron durante el dominio británico en la India. Adoraban a la diosa Kali y consideraban el asesinato ritual y el lucro sobre la víctima como un deber religioso y una profesión. Según el Libro Guinness de los récords, los thug acabaron con dos millones de personas. A Behram se le atribuyen 931 víctimas entre 1790 y 1840, la mayoría de ellas estranguladas con una pañoleta ceremonial conocida como rumal. Behram fue condenado a muerte y ahorcado por los británicos en 1840. El oficial James Paton fue testigo de centenares de estos estrangulamientos
Esto demuestra que el ser humano es el único ser vivo que, además de su capacidad creativa, también exhibe una espeluznante capacidad depredadora. Sólo estos diecisiete criminales asesinaron a casi 3.000 personas. Conozcamos algunos aspectos sobre ellos.
El colombiano Pedro Alonso López (“El monstruo de los Andes”) acabó con la vida de 310 niñas. Era el séptimo de los trece hijos de una prostituta que los maltrataba. Su madre lo echó de la casa a los 8 años, vivió y durmió en las calles alimentándose de los vertederos hasta que un señor mayor lo recogió para darle cobijo pero resultó ser un pederasta y fue violado numerosas veces. Desde joven se habituó a delinquir para sobrevivir y se especializó en el robo de vehículos. A los 18 años entró en la cárcel donde fue nuevamente violado por otros presos veteranos. A la semana siguiente asesinó en prisión uno a uno a sus cuatro violadores. Comenzó así una escalada asesina que no cesó en años. Pedro odiaba a las mujeres por el sometimiento que recibió de su madre a quien responsabilizaba de su situación. En 1978 salió de la cárcel y viajo a Perú donde asesinó a más de un centenar de chicas jóvenes de varias tribus. Los indios le torturaron y lo enterraron vivo pero fue rescatado por un misionero americano que les convenció para entregarlo a las autoridades, siendo deportarlo a Ecuador. En ese país asesinó a otro centenar de niñas en poco más de un año. En 1980 fue detenido y se le condenó a cadena perpetua gracias a la colaboración del Padre Gudino a quien confesó el asesinato de 110 niñas en Ecuador, 100 en Colombia y más de 100 en Perú. “Soy el hombre del siglo, nadie podrá olvidarme”, decía. En Ecuador, gracias a sus confesiones, se recuperaron 53 cuerpos y 4 más en otros lugares. Encarcelado en Ecuador, fue extraditado a Colombia en 1994 y recluido en un hospital psiquiátrico, siendo puesto en libertad en 1998. Sin embargo la Interpol lo busca desde 2002, pero se desconoce su paradero. Se sospecha que acabaron con él los propios padres de las víctimas, aunque su familia asegura que sigue vivo. De él nunca más se supo, si bien continúan atribuyéndole crímenes de niñas.
Curiosamente otro colombiano Luis Eduardo Garavito Cubillos, sexto en el ranking, asesinó a más 140 niños entre 8 y 6 años. Fue detenido en 1999. Igual que hizo Pedro Alonso, guio a la policía a los lugares de inhumación ante la incredulidad de los agentes. “Lo hice para vengarme de la sociedad”. También tuvo una infancia terrible.
Crímenes múltiples en España
Y en España, ¿Cuáles son los asesinos en serie más conocidos? Célebre asesino de mujeres fue el campesino Juan Díaz de Garayo. Nació en Eguilaz, Alava, el 16 de octubre de 1821. Entre 1870 y 1879, violó y asesinó a 6 y otros 4 asesinatos frustrados que se libraron por la resistencia que pusieron. Fue detenido y ahorcado en el Polvorín de Vitoria en 1880. Está considerado como una de las representaciones reales del “Sacamantecas”, personaje siniestro del folclore medieval sobre el que corría la leyenda de que mataba a mujeres y niños para extraerle la grasa corporal para ungüentos curativos, incluso, durante el siglo XIX, se extendió el rumor de que a los raíles de los novedosos trenes se les untaba grasa infantil. Utilizada como recurso para asustar a niños desobedientes y prevenirlos con los extraños y vendedores ambulantes (como el Hombre del Saco), lo cierto es que algunos asesinos en serie, como el gallego Manuel Blanco Romasanta, autor confeso de trece asesinatos en el siglo XIX, se cree que usaba la grasa corporal supuestamente para hacer jabones y ungüentos.
Uno de los casos más célebres fue el de José María Jarabo Pérez Morris de buena posición social y económica quien, en 1958, asesinó a un prestamista, a su socio, a su esposa y a la criada. El caso, por el perfil social del asesino, tuvo más popularidad que otros crímenes múltiples como el Expreso de Andalucía, debido a la personalidad psicopática de Jarabo, que continuó haciendo una vida normal como si no hubiera pasado nada y a la brillante y rápida investigación de la policía madrileña. Jarabo era el típico sociópata, culto, inteligente y frio que no mostró jamás el más mínimo arrepentimiento. Sería condenado a pena de muerte y agarrotado en la prisión provincial de Madrid el 4 de julio de 1959.
Sin embargo, el asesino más prolífico en los fastos de la criminalidad española fue, sin duda, Manuel Delgado Villegas, conocido como el “Arropiero”, porque ayudaba a su padre a vender arrope. Fue detenido en 1971 en el Puerto de Santa María tras haber estrangulado a su novia y practicar con ella la necrofilia durante varios días. Posteriormente confesó haber asesinado al menos a 48 personas entre 1946 y 1963, no solo por toda la geografía española donde vagabundeaba, también en Francia y en Italia por donde practicó la mendicidad. La policía pudo relacionarlo con 22 de ellos. El Arriopero tenía una anomalía cromosomática conocida por trisomía (XYY) tradicionalmente atribuido al comportamiento violento. Estuvo años encarcelado sin que jamás fuera juzgado. Debido a los informes psiquiátricos, en 1978, la Audiencia Nacional archivó su causa provisionalmente y ordenó su internamiento en el Hospital Psiquiátrico Penitenciario de Carabanchel. Tras la reforma del Código Penal, en 1996 fue excarcelado e ingresado en el psiquiátrico de Santa Coloma de Gramanet (Barcelona), donde fallecería dos años después. Nunca fue juzgado.
Otro vagabundo que estremeció a la opinión pública fue Francisco García Escalero que asesinó en Madrid a 11 personas de una forma salvaje, decapitándolos y desvicerándolos, practicando la necrofilia y el canibalismo. Casi todas sus víctimas fueron prostitutas y otros vagabundos. El Matamendigos, como se le conocía, asaltó el cementerio de la Almudena y cometió actos de necrofilia con varios cadáveres. Sin embargo no fue la policía quien lo descubrió, sus crímenes los confesó él mismo en el hospital tras un intento de suicidio. Como el Arriopero, procedía de una familia desestructurada. Se crio en un barrio de chabolas próximo al cementerio de la Almudena, a donde de niño, le gustaba internarse por la noche. Solitario, reservado, analfabeto, nunca fue a la escuela y tuvo problemas de salud. Su padre le maltrataba y tenía impulsos suicidas. Sería juzgado en 1995 y quedó absuelto por eximente completa al no ser responsable de sus actos por padecer esquizofrenia, alcoholismo y necrofilia. Fue recluido en el psiquiátrico de Foncalent y falleció en Alicante en 2014. Al igual que Arriopero, nunca se mostró violento mientras estaba internado.
El santanderino Antonio Rodríguez Vega, en su juventud, fue un agresor sexual de numerosas mujeres conocido como “el violador de la moto”, hechos por los que estuvo 8 años encarcelado. José Antonio era un hombre atractivo, seductor, con cara de buena persona. Pese a su imagen, este hombre fue inculpado del asesinato de 16 ancianas en Santander entre 1987 y 1988, a las que previamente violaba. En su casa guardaba toda una colección de fetiches de sus víctimas que serían reconocidos por los familiares. Los informes psiquiátricos determinaron que era un perverso sexual, una máquina de matar, un psicópata que distingue el bien del mal. Fue juzgado en 1991 y condenado a 432 años de reclusión. En 2002 fue asesinado en la cárcel salmantina de Topas por dos reclusos. Recibió más de cien puñaladas y a su entierro solo acudieron los sepultureros.
A los hermanos Antonio y Emilio Izquierdo, autores del crimen de Puerto Hurraco, los que conocí personalmente cuando prestaba mis servicios como funcionario en el centro penitenciario de Jaén. En 1990 asesinaron a tiros a nueve personas hiriendo a otras doce. A sus hermanas Luciana y Ángela se les ingresó en un psiquiátrico consideradas inductoras del crimen. Son el paradigma extremo de la criminalidad rural, representado en el odio ancestral de dos familias (los Izquierdo y los Cabanillas) por una cuestión de lindes. La incultura y los bajos instintos desataron el drama. Este caso me recuerda al crimen de “Los Galindos”, en el municipio sevillano de Paradas que conmocionó a la sociedad en 1975 y que aún se encuentra sin resolver. Un asesino todavía desconocido asesinó de forma salvaje a cinco personas.
Crímenes múltiples en Jaén
La provincia de Jaén también se produjeron algunos crímenes múltiples espeluznantes. El caso de Juan de Dios Jurado Ortega ocurrió en 1920 en el municipio jiennense de Canena. Este carnicero degolló a una madre y a sus tres hijos menores para apropiarse de las 370 pesetas de la venta del grano. El “carnicero de Canena” sería el último ejecutado mediante garrotevil en la provincia de Jaén en 1924. Otro caso verdaderamente estremecedor ocurrió en Villanueva del Arzobispo en 1943. En la madrugada del 2 de marzo, en el cortijo “Denmedio” de aquel municipio, el campesino Juan Carreño Bodoque sufrió un ataque esquizofrénico y asesino a hachazos en la cabeza mientras dormían a toda su familia, a su esposa y a sus seis hijos, después utilizó lo mismo con los animales, decapitó a hachazos a los mulos, cabras, gallinas, etc. Por último, prendió fuego al cortijo con todos dentro y huyo al campo donde vagó desorientado y con quemaduras. Cuando cedió su crisis fue detenido y, cuando tomó conciencia de lo que había hecho, murió de un ataque al corazón en la prisión de Villacarrillo. La aniquilación fue total: todas las personas, los animales y las cosas. En un solo acto desapareció de la faz de la tierra una familia entera de 8 miembros con todas sus pertenencias. Fue un caso verdaderamente espantoso.
Un millón de psicópatas en España
La psicología criminal y la psiquiatría forense intentan saber qué pasa por la cabeza de estas máquinas de matar, pero no es fácil. Dicen que todos podríamos provocar la muerte a alguna persona si se dieran determinados elementos, el más frecuente la imprudencia. Pero asesinar de manera sistemática y cruel tal vez constituya una rémora atávica de nuestro carácter animal, del depredador ancestral que llevamos dentro. Entre las matanzas múltiples en un solo acto abundan los casos de esquizofrenia paranoide. El enfermo escucha voces imperativas en su interior que le hablan, que le ordenan matar, tal es el caso de la matanza de Villanueva del Arzobispo que acabamos de referir. El Trastorno Mental Transitorio se dio en casos como el “Matamendigos” o el crimen de Puerto Hurraco. Pero el asesino en serie por excelencia es el psicópata, representado en el presente trabajo en las figuras de Landrú, Jarabo Pedro Alonso o el Arriopero. El psicópata es un personaje de mente fría y calculadora, incapaz de arrepentirse, pero no es un enfermo mental. Sufre lo que se conoce como trastorno antisocial de la personalidad, pero puede distinguir perfectamente entre el bien y el mal, lo que les convierte en sujetos muy peligrosos. Según la Organización Mundial de la Salud el perfil psicopático se encuentra en el 2% de la población por lo que en España habría 940.000 psicópatas. Según esta proporción en provincias como Jaén hay unos 12.761 psicópatas, 2.260 solo en la capital del Santo Reino. De ese millón de psicópatas españoles solo hay encarcelados entre 10.000 y 12.000, el resto conviven con nosotros, son subcriminales y no levantan sospecha porque son locuaces, inteligentes y grandes fingidores, pero pueden causar importantes daños emocionales a sus familias o parejas. Puede ser nuestro jefe, un político (psicópatas de traje) o nuestro propio hijo. Son egocéntricos y mentirosos, y peligrosos por cuanto carecen de empatía y remordimientos. Una sociedad cada vez más agresiva puede activar el descontrol de muchos psicópatas latentes.
Perfil de asesino en serie Generalmente se trata de hombres jóvenes (las mujeres ocupan solo el 11% de mujeres), de raza blanca, atacan preferentemente a las mujeres. El primer crimen lo comenten antes de cumplir los 30 años de edad y casi todos han tenido una infancia traumática por abandono, malos tratos físicos, psíquicos o sexuales. Son personajes solitarios, manipuladores, grandes simuladores de conducta pues parecen sociables y encantadores. Se excitan con el riesgo, humillan a sus víctimas para realzar su autoestima y se sienten los amos del mundo. Suelen tener afán de protagonismo, desafían a la policía dejando mensajes o pistas para demostrar su inteligencia (un ejemplo fue el asesino de la Baraja que mató a seis personas en Madrid en 2003) y cuando son capturados suelen confesar, incluso se atribuyen más número de víctimas de las que le dio tiempo a matar.
¿Qué pueden hacer las autoridades para prevenir o evitar conductas tan destructivas? El ser humano es a veces imprevisible y poco puede hacerse cuando se desata el estallido violento. Los psiquiatras y psicólogos pueden predecir y tratar estos comportamientos, solo si son evaluados con antelación. Los casos de esquizofrenia paranoide puede ser tratada médicamente pero es preciso un seguimiento, pero no es fácil porque muchos de estas personas viven solas, o son vagabundos y se niegan a seguimientos médicos. Para los psicópatas no existe ningún tratamiento en la actualidad y tampoco funciona en ellos terapias de reforma. Recordemos que el asesino de ancianas de Santander estuvo en la cárcel con anterioridad por varios delitos de violación (“el violador de la moto”), también lo estuvo Landrú, Pedro Alonso López o El Arropiero.
En el cine
Los asesinos en serie han sido fuente de inspiración inagotable en Hollywood debido al misterio y terror de sus controvertidas biografías. Son legión los títulos norteamericanos dedicados a esta temática. De Jack el Destripador se han hecho numerosas versiones cinematográficas. Psicosis, obra maestra de Alfred Hitchcock (EEUU, 1960), está basada en la novela homónima Robert Bloch (1959) sobre los crímenes de Ed Gein, un asesino en serie y ladrón de tumbas de Wisconsin. Este personaje también inspiró a los creadores La matanza de Texas (1974). El silencio de los corderos, de Jonathan Demme (1991), ahonda sobre la vida del doctor Hannibal Lecter, tal vez el asesino más famoso de los thrillers, interpretado por el gran Anthony Hopkins. Aunque Lecter es un personaje de ficción de la novela El dragón rojo, su autor, Thomas Harris, se inspiró en el médico Alfredo Balli Treviño (doctor Salazar) quien, en 1959, asesinó y descuartizó a su joven amante en Monterrey (México). Lo involucraron en una serie de asesinatos, pero nunca pudieron probarlo. Títulos como, Henry, retrato de un asesino (1986), Secuestrada (1993), Aileen: vida y muerte de un asesino en serie (2003), o Zodiac (2007), entre otras muchas, están basadas en asesinos en serie.
En España también se han hecho versiones cinematográficas sobre criminalidad múltiple o en serie. El Crimen de la calle Bordadores (1944) está basado en el famoso crimen de la calle Fuencarral, Cuerda de Presos, de Pedro Lazaga (1956) se inspira en los casos del “Sacamantecas” y El extraño viaje (1964) sobre el crimen de Mazarrón. Los crímenes de Jarabo fueron llevados al cine por Juan Antonio Bardem en 1985. El crimen de Los Galindos se representó en Los invitados (1987), el crimen de Tetuán en Amantes, de Vicente Aranda (1991). La película Carta mortal (2003) aborda los casos del Asesino de la Baraja, El séptimo día, de Carlos Saura (2004) sobre los sucesos de Puerto Hurraco, Sucedió en España (2004) sobre las andanzas criminales del “Arropiero”, entre otras. Son un claro ejemplo del interés que despierta entre el público los libros y las películas sobre la desconcertante vida de los asesinos en serie.